martes, 28 de diciembre de 2010

El coleccionista de arte

No sé cómo me las apañé para llegar a esa mesa. Era el hermano de la novia del sobrino de...

Aquel hombre octogenario hablaba con decisión. Tenía las manos retorcidas. Al parecer le crecían una especie de espigas transversalmente en los tendones de los dedos que le impedían mover las articulaciones con normalidad. Tenía un tenedor especial para comer cigalas. Era algo siniestro.

Aquel hombre se había gastado varios miles de euros en la lotería de Navidad. Había recuperado la mitad.

Aquel hombre hablaba de tener negocios que no le daban dinero, de vender cuadros antes de comprarlos y del posible museo que iban a poner a su nombre. Él cedería sus cuadros (así no le machaca Hacienda) y a cambio recibe una asignación anual de algunos cientos de miles de euros. Se enorgullecía de ser autónomo y poder permitirse una próxima jubilación.

Aquel hombre nos enseñó un catálogo de su colección. En la portada aparecían dos bustos: el de su señora y el suyo propio. La edición era cuidadísima. Pronto iba a editar su segundo libro.

Aquel hombre decía que el 60% de sus cuadros los había comprado porque le gustaban y casi nunca por la firma.

Y yo me fui pensando: "¿ser o no ser? ¿tener o no tener?". Pero siempre llego a la misma conclusión: hacer.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Toc, toc

Las puertas son vehiculares: no hay puertas que no te lleven a alguna parte.

Cada puerta es una decisión.

Cada puerta es un trozo de bosque.

Una puerta es como un espejo, pero sin reflejos.

A veces una puerta cerrada es un "the end" en la vida real.

Siempre creemos que disfrutamos de los misterios cuando llega su resolución. Mentira podrida.

El hogar está al otro lado de una puerta.

Detrás de la puerta se esconden los amantes.

Las puertas separan mundos.

Las puertas te encierran o te liberan.

Las puertas preguntan siempre "toc, toc".

Nadie vende ya a puerta fría.

Hay que tener menos orgullo y ser capaz de llamar a cualquier puerta.

Hay que saber reabrir las puertas sin rencor.

A puerta cerrada se entrena mejor.

A puerta vacía se remata mejor.

No me des puerta.

Nunca hay que llorar con la puerta cerrada.

lunes, 6 de diciembre de 2010

A las 17.30 en la Campana

Hace mucho tiempo quedé con una chica.

Fue una de esas relaciones en las que tienes que poner mucho interés al principio para conseguir algo. Aunque realmente no me guste hablar en estos términos, fue así.

Se me fue el santo al cielo fantaseando y salí muy tarde de casa. No quería ser impuntual, así que me monté en un taxi.

La verdad es que de la cita sólo recuerdo el final, que tampoco fue para tanto.

En cambio recuerdo perfectamente la conversación con el taxista. En la radio sonó el Light My Fire. La cortaron justo cuando empieza el solo de Ray Manzarek.


Pensé: "esto es un buen augurio".

Nunca me ha gustado Manzarek tocando.