sábado, 5 de noviembre de 2011

Variaciones diferenciales sobre lo común

No me gusta escuchar música por la calle. Al final uno hace de todo menos escuchar música. Prefiero llevar las orejas libres y poder pensar en lo que quiera. Por la mañana se piensa a veces con mucha claridad.

Sólo a veces, y sobre todo después de un buen café. Me encanta el café. Podría tomar tazas y tazas de café, directamente sentado en la taza del báter si fuera necesario. Tomarme una taza sentado en una taza. Quizás exista un ser ubicuo y omnipotente que sostenga la taza de mi báter, sentado en otro tipo de taza. Así tendríamos una cadena recursiva de gente sentada en tazas bebiendo de tazas.

En cualquier caso, espero que nadie se tome mi caca para desayunar.

Al grano.

El otro día por la mañana llovía un poco y estaba bastante oscuro por el cambio de horario. Esperando al cruzar en un semáforo, una chica paró un taxi para subirse y vi cómo el taxista sonreía al saludarla. Cerró la puerta y se fueron.

Entonces pensé que era posible que todos los días esa misma chica parara ese mismo taxi con ese mismo conductor, justo en el mismo paso de peatones. Por alguna conexión extraña, pensé que todos los días eran en realidad exactamente iguales. Hay pequeñas variaciones insignificantes que nos impresionan mucho individualmente a cada uno y eso, pero eso es todo. Al final es todo igual, con una manga lo suficientemente ancha.

De hecho, cuando era niño, cada día que despertaba era como si volviera a nacer. Creo que con el tiempo se pierde perspectiva.

Otro día hablaremos de la sensación de inicio y de la sensación de final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario