viernes, 29 de octubre de 2010

Vampiresada mujer

Estoy impresionada cuando se ven
vampiresada.

La letra es tan... ¿Dadá?
¡No puedo parar de reírme cada vez que la escucho!

lunes, 25 de octubre de 2010

Citas y visitas

Todos hemos tenido alguna vez una cita a ciegas.

Y a los que hayan pensado "¡yo jamás!" me gustaría demostrarles lo contrario. No me voy a extender mucho, pero que quede claro que lo del clavel rojo o el pañuelo blanco en la solapa ya no se lleva.

¿Existen las citas a sordas? Sin escuchar ni pararse a pensar en lo que hay alrededor.

Y más allá de las citas están las visitas.

Y más allá de las visitas, las visitas a ciegas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mickey Mouse

La niña miraba embobada un capítulo de La casa de Mickey Mouse. Todos aquellos colores y voces capturaban su atención y le dejaban hechizada, a pesar de haber visto ese mismo episodio cientos de veces. Misca musca...

El aula estaba llena de carteles, juguetes de todo tipo y muebles en miniatura. El silencio sólo se interrumpía por las cómicas voces de los personajes. Por las ventanas, entraba la luz natural del mediodía. Me apoyé en el quicio de la puerta de y me dediqué a mirar cómo intentabas que la niña dejara de chuparse los dedos, dejara de meterse las manos en el pañal, dejara de enrollarse el pelo compulsivamente. 

Lentamente me fue recorriendo un sentimiento de desesperación por el futuro de esa pequeña y de sus padres. Una pequeña que probablemente nunca entendería la sencilla trama de ese mismo capítulo. Unos padres que morirían sin escuchar a su hija decirles "te quiero".

Le cambiaste el baby, la peinaste con un cepillito, le pusiste colonia y le diste un beso.

Y ese momento me conmovió.

sábado, 16 de octubre de 2010

Cosas que me gustarían (sin orden)

Me gustaría saber a qué vino invitarte.
Me gustaría saber dónde podríamos ir a charlar.
Me gustaría hacer música que te gustara.
Me gustaría batir tu récord de polvos.
Me gustaría hacerte daño y que me perdonaras.
Me gustaría hacerte llorar y que me conmovieras.
Me gustaría que me hicieras un regalo que no me gustara.
Me gustaría que siempre fueras vestida así.
Me gustaría que tuvieras buena conversación.
Me gustaría que aspiraras a algo más en la vida.
Me gustaría que no tomaras tus aficiones como un mero relleno.

Me gustaría si hablaras de otra forma.

En el fondo, me daría igual decepcionarte porque mi conciencia no tiene nada que ver contigo.

PD: Todo esto es pura basura.

jueves, 14 de octubre de 2010

domingo, 10 de octubre de 2010

Un molde para bizcocho

¿Sabes? Me encantó que vinieras.

Estoy cansado de escuchar cómo te quejas por todo. No quiero escuchar que todo te va mal, porque creo que no es verdad. Las historias de tu desesperación adolescente ya no me convencen.

Sé que en el fondo lo pasas mal, pero porque eres incapaz de ver todas las cosas buenas que tienes (que yo, al menos, intuyo). Es una pena.

Cuando apareciste con el molde de bizcocho para endulzarnos la tarde, confirmé que lo mejor para olvidar los propios problemas, es hacer algo bonito por otra persona.

O algo dulce, ¿por qué no?

sábado, 2 de octubre de 2010

El cuadro del cuarto de invitados

En aquella preciosa casa de las afueras, a veces me veía obligado a dormir en el cuarto de invitados. 

La verdad es que como dormitorio era cómodo, pero también es cierto que era poco "personal" dormir allí. La sensación era parecida a comer con una cuchara de plástico en tu propia casa: muy raro.

Eso sí, había algo que me llamaba extraordinariamente la atención: un pequeño cuadro que decoraba la pared más al este.

Tenía uno de esos marcos redondos, de no más de treinta centímetros de alto, bañado en pintura dorada. No sé si realmente era antiguo o si le intentaron dar un toque envejecedor con ese tipo de madera pintada. La familia que allí vivía era bastante adinerada (incluso tenían un Dalí en el salón), así que supongo que el cuadro era bueno, por muy insignificante que pudiera parecer en comparación con la decoración del resto de la casa.

La imagen retrataba un camino de tierra que se adentraba en un espeso bosque. Los trazos eran sueltos, pero precisos y clásicos. Los colores eran más bien apagados. Me recordaba a las imágenes que tenía un libro de cuando yo era pequeño que se titulaba "Cuentos fantásticos". Antes de apagar la luz y echarme a dormir, siempre me paraba a mirar aquella misteriosa composición. Me concentraba para soñar con que me adentraba en la arboleda y conseguía llegar al otro lado de la espesura tras mil aventuras.

Puede parecer una estupidez, pero de vez en cuando todavía sigo preguntándome hacia dónde iba ese camino y qué había más allá del bosque.

Si supiera cual era el final de aquel sendero, seguramente habría olvidado ya ese cuadro.