miércoles, 20 de octubre de 2010

Mickey Mouse

La niña miraba embobada un capítulo de La casa de Mickey Mouse. Todos aquellos colores y voces capturaban su atención y le dejaban hechizada, a pesar de haber visto ese mismo episodio cientos de veces. Misca musca...

El aula estaba llena de carteles, juguetes de todo tipo y muebles en miniatura. El silencio sólo se interrumpía por las cómicas voces de los personajes. Por las ventanas, entraba la luz natural del mediodía. Me apoyé en el quicio de la puerta de y me dediqué a mirar cómo intentabas que la niña dejara de chuparse los dedos, dejara de meterse las manos en el pañal, dejara de enrollarse el pelo compulsivamente. 

Lentamente me fue recorriendo un sentimiento de desesperación por el futuro de esa pequeña y de sus padres. Una pequeña que probablemente nunca entendería la sencilla trama de ese mismo capítulo. Unos padres que morirían sin escuchar a su hija decirles "te quiero".

Le cambiaste el baby, la peinaste con un cepillito, le pusiste colonia y le diste un beso.

Y ese momento me conmovió.

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