miércoles, 3 de noviembre de 2010

Viaje atípico a Japón

Muchas veces sueño con que viajo a Japón.

Normalmente es como si hubiera comprado un billete hace mucho con un dinero ahorrado y se me olvidara. De repente llega el día y ni siquiera tengo la maleta preparada, ¡pero me vuelvo loco al pensar que en poco más de 24 horas estaré en la otra punta del mundo!

En la versión del sueño que he tenido esta noche no llegaba a Japón porque me extraviaba en el aeropuerto, antes de salir. Era un aeropuerto extremadamente pequeño en apariencia, pero encontré una puerta que me llevó a una especie de mundo romano en miniatura secreto y oculto al paso del tiempo.

Me acompañaba una chica africana, que se presentaba como una liberta (o algo así) de sospechoso parecido a Esperanza Spalding y de la que por supuesto me enamoraba al instante. Me enseñó todo aquello como si fuera una guía turística. Había un salón en el que se representaban todas las traiciones históricas, incluida esta.

Todo estaba decorado con mármol, columnas, enredaderas, bustos y tapices... Eran los restos vivientes de un imperio caído y extinto hace siglos, un lugar atemporal y arcano.

Había una sala misteriosa con grandes piscinas de mosaicos rosados, en las que se bañaban niños que parecían sacados de estatuas renacentistas. El silencio reinaba en todos los pasillos y sólo parecía romperse por los pasos acelerados de soldados en formación.

Doctor, ¿qué me pasa?

3 comentarios: