Hay ciertas cosas que repito porque sí. Me salen instintivamente.
Una de ellas me preocupa especialmente y es el eje central de este post: el uso y abuso de las puertas traseras.
"Puerta trasera" podría ser un término de ingeniería social. Para mi las puertas traseras son algo así como cebos inconscientes.
Clarificación.
Un cebo es consciente cuando pones un gusano apetitoso delante de un pez. El pescado (todavía pez) ve el gusano y va a por él, porque sabe que es comida y le llena la tripita.
Un cebo es insconciente cuando el pez ve (por ejemplo) una lucecita que no sabe qué es. La persigue encandilado por su atractivo natural, pero no sabe si le va a llenar la tripita o si es la antena de un despiadado depredador de las profundidades. ¿Cuestión de mera curiosidad? Yo creo que no, pero hablaré de eso más adelante.
Un cebo es insconciente cuando el pez ve (por ejemplo) una lucecita que no sabe qué es. La persigue encandilado por su atractivo natural, pero no sabe si le va a llenar la tripita o si es la antena de un despiadado depredador de las profundidades. ¿Cuestión de mera curiosidad? Yo creo que no, pero hablaré de eso más adelante.
En cualquiera de los dos casos el pobre pez acaba devorado. El planteamiento intermedio es mero trámite (nada más allá de una descripción).
Lo interesante de esto, si es que hay algo.
Hay puertas traseras que podemos explorar. De/en otras personas quiero decir.
Pueden tener una morfología muy diversa: historias inacabadas, debilidades, gustos por lo excéntrico, narrativa artificial interiorizada, conversaciones con doble intención, cruces en un ascensor, etc. Es algo en parte divertido, pero que merece toda la delicadeza y respeto que uno pueda reunir. O visceralidad. Requiere algo de olfato eso sí.
Pueden tener una morfología muy diversa: historias inacabadas, debilidades, gustos por lo excéntrico, narrativa artificial interiorizada, conversaciones con doble intención, cruces en un ascensor, etc. Es algo en parte divertido, pero que merece toda la delicadeza y respeto que uno pueda reunir. O visceralidad. Requiere algo de olfato eso sí.
En cuanto al uso y el abuso. Oigan, es que yo no puedo dejar pasar una. Bueno miento, dejo pasar muchas, pero hay algunas que me despiertan una curiosidad irrefrenable (o casi).
En nuestro caso, el de los humanos, puede que no sigamos lucecitas que se nos aparecen mágicamente sin ton ni son. Hasta ahí de acuerdo. El caso es que siempre nos queda la duda de qué cojones era aquello, aunque no lo queramos admitir. Cebos latentes. ¿Las luces que se ven si aprietas los ojos los suficiente?
El problema es la trampa.
Lanzar un cebo inconsciente supone hacer consciente un cebo propio. En cierta forma es una relación bidireccional. En cierta forma es bajarte los pantalones. En cierta forma es como entrar en el vestuario de las chicas y esperar ser tratado con amabilidad.
Lanzar un cebo inconsciente supone hacer consciente un cebo propio. En cierta forma es una relación bidireccional. En cierta forma es bajarte los pantalones. En cierta forma es como entrar en el vestuario de las chicas y esperar ser tratado con amabilidad.
Es demasiado tarde, estoy demasiado cansado.

El tomillo mata los sabores, la canela los intensifica y ayuda. Pero, ya llegará la lección sobre el tomillo.
ResponderEliminarMe gusta tu entrada, quiero seguir leyendo.
me ha resultado muy interesante este tema del cebo inconsciente. tengo que asimilarlo y planteármelo a fondo, pero me ha hecho pensar y ESO me gusta. con tu permiso voy a seguirte.
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