El patio de mi casa era particular.
Digo era porque cuando yo tenía en torno a veinte años, el Ayuntamiento lo declaró "patio de manzanas". La comunidad de vecinos se cabreó bastante al respecto, porque jamás hubo una sola peseta pública en aquel patio. Ni la ha habido hasta la fecha.
El caso es que como no hay acceso desde la calle, en la práctica es particular.
Cuando yo era pequeño solía bajar allí a jugar con los otros niños. Yo era bastante tímido, pero la verdad es que a la mínima me volvía bastante cafre. Los balones de reglamento estaban prohibidos, así que sólo podíamos jugar con pelotas de plástico. A pesar de esta medida preventiva, era corriente que se accidentaran macetas, farolas, señoras, etc.
Durante esos años de la infancia, me fijé en una vecina, cuyo nombre había permanecido en el olvido hasta este mismo verano. A mi me encantaba, dentro de mi todavía inocencia infantil. Era novia de un niño de mi clase.
Es que este verano he hecho muchas cosas. Aunque nada realmente interesante...
Vivía en un primero y su balcón daba directamente al sitio donde nos poníamos a jugar los niños de la comunidad cada tarde. Desde fuera se podía observar un salón bastante bien decorado. Tenía algunos toques zen, orientales o algo así.
Recuerdo un día en el que llovía un poco, pero yo me quedé solo jugando al baloncesto (o algo parecido, ya que no había cestas desde luego). Ella se asomó y estuvo allí mirándome toda la tarde. Yo corría, arriba y abajo, sudando y tirando un pequeño balón que tenía... Sabía que me estaba observando, pero me fue imposible intentar entablar conversación.
Quizás me traicione la memoria, pero quizás sí que hubo un pequeño contacto verbal:
-¿A qué estás jugando?
-Estoy entrenando... - y seguí corriendo. ¡Ja!
Desde ese día en adelante, siempre que pasaba por allí miraba si estaba asomada al balcón. Puerta trasera.
Este verano resultó ser la nueva camarera de uno de mis pubs irlandeses favoritos. No sé qué puñetas pasa en los pubs irlandeses, pero es así... Unos chicos, con un grado considerable de alcohol en sangre, no paraban de decirle cosas y ella toreaba aquello como podía. Bastante bien, he de señalar. A mis amigos se les salían las órbitas de los ojos y yo... simplemente me sentía incapaz de participar en el circo.
Todo esto no quiere decir nada realmente, pero el título del blog es "historias de mis puertas traseras", así que no tengo más remedio, por mera coherencia, que contar este tipo de cosas. Supongo que es el tipo de chica con la que a veces me enredo de una u otra manera. O con la que intentaría alguna cosa absurda...
A veces cuando vuelvo borracho de la playa, hecho un deshecho y casi inconsciente, me quedo mirando las luces rojas que se proyectan en las cortinas desde las profundidades de ese balcón y me pregunto qué habrá más allá.

muy interesante lo que escribes, gracias por llegar a mi blog y me alegro que te gusten las fotos. Saludos :)
ResponderEliminarprecioso..
ResponderEliminarLo que escribes da pellizquitos al corazón, me identifico con muchas cosas de las que hablas,no te las enumero porque me desnudaría demasiado!saludos y feliz fin de semana!
ResponderEliminarDesnudarse siempre está bien si es por un buen motivo.
ResponderEliminar¡Gracias por leer!
Como con el cuadro del camino que atraviesa el bosque... Siempre quieres saber qué hay más allá.
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