Esa misma noche se había peleado con su novio.
Su novio era (es) mi amigo.
Justo esa noche, aceptó mi invitación pendiente. Vino a mi casa a ver una película.
En mi cuarto.
En mi cama.
Conseguimos ver la primera entera sin ningún problema. Nos reímos e hicimos bromas. Habíamos mantenido muchas conversaciones hasta el momento por internet, pero rara vez nos habíamos encontrado en persona. Era la novia de mi amigo.
Estaba en mi cama.
Estaba en mi cama y empezó a llover muchísimo.
Estaba en mi cama y empezó a llover muchísimo. Recostados.
Estaba en mi cama y empezó a llover muchísimo. Recostados y calentitos.
(Creo que yo mucho más calentito que ella.)
Era la novia de mi amigo.
La peli era un muermo. El sonido de la lluvia era agradable. Vivo en la última planta y casi puedo escuchar cómo cae el agua sobre mi cuarto. Se quedó dormida, como es natural. A lo tonto estábamos los dos allí tapados durmiendo. Supuestamente claro, porque yo al menos no pegué ojo.
Lo peor de todo es que la almohada absorbió su olor. Y ahí se quedó permanente. Durante los siguientes tres o cuatro días, cuando me acostaba era imposible no pensar en qué hubiera pasado si... Era la novia de mi amigo.
Cuando nos despertamos, charlamos un rato. Le desperté bromeando. Había dos globos blancos en la habitación. Jugamos con ellos. Y eso es todo. No lo intenté. ¿Me arrepiento? No sé qué pensar...
Se fue de casa y no nos vimos en una temporada. Era la novia de mi amigo.
Todavía conservo a ese amigo.

De repente me he topado con la versión extendida levitando en su blog (permítame que no le tutee aún).
ResponderEliminarAsí el cotilleo es un poco más bidireccional al menos.
ResponderEliminarBueno, no creo que mi blog se preste a algo que se pueda denominar "cotilleo". Y no sé si sigue siendo justo que tú me pongas nombre y cara y yo a ti no.
ResponderEliminarBonita amistad.
ResponderEliminarCotilleo entrecomillado. Eso es.
ResponderEliminar